El Haiku: He conocido muchos problemas grandes, pero… (Mark Twain)

Debo reconocer que para mi, el funcionamiento del cerebro humano es de las cosas más cuestiones me plantean. No necesito muchos argumentos para describir la complejidad de su funcionamiento, y me sobra un ejemplo para centrarnos en el Haiku de hoy.

Levantamos los ojos del dispositivo en el que estamos leyendo este artículo, miramos por la ventana durante 5 segundos y al cerrar los ojos, una imagen se ha formado en nuestra cabeza de lo que hemos observado. El cerebro no es capaz de captar todos los detalles y tanta información en tan poco tiempo y nos intenta engañar, imaginando y complementando a partir de su propia cosecha los detalles que no podemos retener en ese pequeño espacio de tiempo.

Sin ninguna duda, podremos adivinar que era de noche o de día, si íbamos en tren o si por suerte estábamos mirando a la playa desde nuestra ventana. Pero con mucha dificultad, podríamos adivinar el color de la camisa del señor que se encuentra delante, o el nombre del velero que cruzó delante de nuestros ojos.

A través de un vídeo, ya demostramos como las suposiciones, no son siempre certezas.

Cuando hablamos de las relaciones que mantenemos con nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo… también nos ocurre que las suposiciones no son siempre certezas. Cuando nos falta una conversación con alguno de ellos, cuando no tenemos todas las cosas claras con ellos, surge en nuestro interior la necesidad de rellenar ese hueco. Nos imaginamos problemas, respuestas creadas en nuestra imaginación que nos hacen dudar del otro y sobre todo que nos quitan horas de sueño y calidad de vida.

Poco a poco, cuando vamos ganando años a la vida, nos damos cuenta de que “Soy un hombre viejo y he conocido muchos grandes problemas, pero la mayoría de ellos nunca sucedieron“.

¿Cómo se te ocurre que podemos combatir a esos problemas que no existen? ¿Cuántos de ellos podemos evitarlos arrancando esa conversación que nunca nos atrevemos a iniciar?