3 Cosas que puedes estar haciendo creyendo que eres ágil y va a ser que no

Estamos en la época donde todo el mundo se está volviendo un poco en contra de la agilidad. Se leen y escuchan muchas críticas. Es como si se estuviera rompiendo ese noviazgo, esa magia que da el amor y donde antes viéramos una peca ahora vemos una verruga. No es para tanto, pero hay que ver las cosas con perspectiva y tener cuidado de que no es oro todo lo que reluce, que no todo lo que suena ágil lo es. Vamos a ver tres cositas que puedes estar haciendo creyendo que eres ágil y va a ser que no.

Sí, puedes estar haciendo Scrum y no ser ágil. Ojo, un momento, stop, para. No voy a entrar en esa polémica surgida a raíz de la publicación de la nueva guía de Scrum (puedes ver aquí el artículo que le dediqué Nueva Guía de Scrum: Lo que de verdad tienes que leer) de si aporta o no aporta, o de si Scrum está caduco, no voy por ahí.

Por donde voy es por el ejemplo de un cuchillo. Lo puedes empuñar para comer un filete o para cortar un trozo de brócoli (si prefieres la verdura) o para clavárselo a alguien. La acción que se haga con el cuchillo no es culpa del cuchillo, es culpa de quién lo empuña.

El problema es cuando nos fijamos en la herramienta en lugar de en la forma de utilizarla. Cuando le damos importancia a lo fácil, el instrumento, la práctica, el artefacto, en lugar de a lo difícil que es el hábito, la mentalidad, el hacer las cosas de otra forma.

Porque aquí es donde está el quid de la cuestión hacer las cosas de otra forma.

Fíjate en el manifiesto ágil del que todo el mundo celebra su aniversario este año y fíjate en el sentido que tiene. Adquiere eso, busca el sentido, el porqué y aplica esa forma de hacer las cosas.

Me hace muchísima gracia, lo reconozco. Veo proyectos donde la gente dice, vamos por el sprint X, tenemos que entregar el diseño funcional. Tenemos una planificación detallada, tenemos que llegar a la release. La verdad que es curioso como la gente se acostumbra a una nueva nomenclatura, a unos nuevos “palabros” y los repite como si fueran loros.

Me queda la duda de si creerán que son mantras que de tanto pronunciarlos en voz alta darán el poder de la palabra.

Fuera de bromas. Está muy bien que usemos las palabras, pero está mucho mejor hacer las cosas como hay que hacerlas.

Si, si, te lo prometo, entre usar las palabras correctas y hacer las cosas correctas, quédate con la segunda, salvo que lo que quieras es aparentar. Para ver qué es lo correcto qué tienes que hacer vete a la primera. Sin una mentalidad adecuada poco o nada vas a lograr. Y ojo para los iluminados, no hablo de ser positivo y/o estar feliz, que es bueno, sino a algo más allá.

Ahora amplío el caso del primer punto. Y te pongo un caso concreto. Imagínate que coges una retro y cuando la estás haciendo dedicas el tiempo a otra cosa que no sea la retro. Tu piensas que está bien, porque son cosas importantes, pero claro no son las cosas de la retro.

Y lo que pasa con la retro, pasa con la demo y lo que pasa con la demo pasa con la daily y eso se llama perder el tiempo.

Eso es lo que pasa, que no nos damos cuenta de que los principios básicos de la agilidad son extremadamente sencillos: aportar valor y mejorar. Si nuestra magnífica idea no va en ese sentido, no es tan buena. Si nuestra forma de hacer las cosas, aunque llevémoslo haciendo igual durante los últimos 50 años no nos va a ayudar con estos objetivos, mira olvídate de ello.

Y no sólo porque no ganes el sello de Agile Compliance, sino porque no vas a conseguir ninguno de los beneficios de la agilidad, que entiendo que era por lo que querías ser ágil.

Así que sal ahí fuera, revisa tu forma de hacer las cosas con otros ojitos, no vaya a ser que estuvieras supercontenta o supercontento con lo que hacías y lo mismo lo que estabas haciendo era una … ¡feliz día!