Cómo convencer a un superior de que no lleva razón (alguien con más poder que tú)

El pasado sábado en la charla en la que participaba en el PMI Tour N13: Más allá del muro: Cómo sobrevivir a caminantes blancos, caníbales y otros peligros en una economía de proyectos me hacían una pregunta muy interesante. ¿Cómo hacemos para convencer a un superior a una persona que jerárquicamente está por encima de nosotros de que está equivocada de algo? Es un tema peliagudo, sobre todo, cuando la persona, como es el caso, no quería reconocer sus errores.

Generalmente cuando nos sucede algo de este tipo es porque estamos centrados en demostrar que nosotros tenemos razón y que la otra persona no. Es algo muy humano, pero poco útil y poco efectivo. Las luchas de quién tiene razón no suelen acabar en nada bueno, incluso cuando salimos vencedores de ellas.

El primer punto, por tanto, es olvidarnos de querer llevar razón. Si nos focalizamos en querer que alguien nos dé la razón, vamos a perder la razón y el tiempo, ya que hay auténticos profesionales en negar la evidencia aunque se la pongas delante. Y, como te decía, esta persona lo era.

Por eso, debemos cambiar el foco y en lugar de tu llevas razón o yo llevo razón debemos centrarnos en analizar la situación. ¿Cuál es la situación? ¿Qué es lo que funciona en dicha situación? ¿Cuál es el problema?

Al cambiar el foco de la persona a la situación ganamos en perspectiva, ya no ponemos a la otra persona entre la espada y la pared de tener que reconocer que está equivocado o no, sino que ponemos espacio entre su opinión y el hecho.

Al darle espacio entre su opinión y el hecho en sí, podemos lograr que reconozca cosas que de otra forma no lograríamos. Podemos conseguir que vea los hechos como los vemos nosotros.

Otro punto importante es evitar buscar culpables. Debemos ser cuidadosos en establecer como objetivo el encontrar la mejor forma de hacer algo, o la de optimizar la gestión de recursos, pero nunca debe ser nuestro ánimo el de encontrar un culpable al que cargarle la responsabilidad.

Los culpables nunca han resuelto los problemas. Los problemas no se resuelven cuando se encuentra a quién los originó, sino cuando realizamos las acciones necesarias para corregirlos y para que no vuelvan a suceder.

Retomando a nuestro sujeto, le cambiamos el foco a la situación, la presentamos tal cual es. Luego, desapasionadamente, le mostramos los hechos, ojo, los hechos no nuestras opiniones.

Después vamos desgranando cada una de las distintas alternativas posibles de acción y, ahora sí, cual de ellas es la que recomendamos. Nuestra recomendación estará apoyada en los hechos que hemos enumerado.

Un punto importante es recibir el feedback de forma abierta y sincera. Recibiremos resistencia a nuestras ideas y nos darán motivos, pero nosotros debemos argumentar siguiendo las mismas directrices que hemos narrado, ni más ni menos.

Y así lograremos el éxito en una labor difícil.

Bueno, tampoco te voy a engañar, hay veces que nuestros adversarios no se dejarán convencer porque puede que tengan otros intereses, pero no desesperemos… perseveremos.