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Los 3 “No usos” de la PALABRA para que la audiencia preste atención a tu presentación (II)

Continuamos con este artículo la serie sobre los 3 “No usos” de la palabra que debes evitar para que tu audiencia preste atención a tu presentación. Como ese muñeco que ves en la imagen que se tapa los oídos, vamos a ver cómo deben salir tus palabras en tu presentación para llevarla al siguiente nivel. ¿Te lo vas a perder?

 

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No uses un tono monótono en tus palabras


Es una lástima cuando veo unas diapositivas bien hechas, trabajadas, que llaman la atención como deben hacerlo, para resaltar al ponente, y al otro lado veo a una persona que utiliza un tono monótono, contínuo, un tono de televisión de sobremesa, de película de sábado a las 3 de la tarde que te permite dormir la siesta.

Ya te lo comentaba en el artículo anterior de esta serie, nuestra idea es que las personas que están asistiendo a nuestra charla se enfoquen en prestarnos atención a nosotros, que escuchen lo que tenemos que decirles, para que con ello logremos nuestro objetivo.

¿Escuchas la lluvia? ¿Escuchas el discurrir del agua de un riachuelo? ¿Escuchas el agua al salir del grifo e ir a parar a tu vaso?

La respuesta es No, no las escuchas. Lo que estás haciendo realmente es oírlas, no escucharlas. Si estás pensando que es lo mismo oír que escuchar, presta atención porque estás en un error.

 

Escuchar, no Oír


El oído humano es capaz de oír infinidad de sonidos. El oído como sentido en el ser humano es omnidireccional o, dicho de otra forma, nosotros no elegimos hacia donde lo dirigimos sino que oye todo lo que le llega de todos sitios. No es como los ojos, los cuales fijamos allí donde está nuestro interés.

Por eso, oír oímos muchas cosas, pero escuchar sólo escuchamos aquello a lo que estamos prestando atención.

Escuchar es a lo que decidimos de forma consciente dedicar el esfuerzo de nuestro cerebro, lo hacemos queriendo, queremos entenderlo y comprenderlo.

Y éste es el reto del ponente, pasar de ser oído como un mero sonido para ser escuchado.

 

¿Qué debemos desarrollar en nuestra voz?


Para dejar de tener un hablar monótono tenemos que fijarnos, ser conscientes, de los elementos que componen nuestra propia voz. Puede ser que nunca nos hayamos enfrentado al reto de modificar dichos componentes y nuestra voz suene confortable, es nuestra voz, es la de siempre, la que usamos en todo momento. Pero está bien acostumbrarse a cambiar sus distintos matices, para que como un músico profesional seamos capaces de utilizar la combinación que más nos interese en cada momento.

Piensa que la voz, es la que va a dirigir a tu audiencia en cada uno de los momentos de tu charla. Les va a indicar, junto con tu expresión corporal, qué tiene y qué puede pensar, a qué deben prestar atención y qué no tiene importancia.

¿Vas a seguir dejando de rentabilizar todo ese potencial?

Los componentes básicos de tu voz son cuatro aunque yo sólo quiero fijar hoy en los dos primeros:

  • La Intensidad
  • El Tono
  • El Timbre
  • La Duración

 

La intensidad


Si tuviéramos que definirla rápidamente sería la cantidad de decibelios que tiene tu voz. Es esa potencia alta o baja con la que la produces. La intensidad de la voz es uno de los recursos más útiles a la hora de captar la atención de tu audiencia en función de las circunstancias que te rodeen.

Por ejemplo, recuerdo hace unos años en un congreso que tuve el placer de compartir con Javier Peris. Javier me comentaba antes de su charla que ponen después de la comida porque doy muchas voces y despierto a la gente. Doy fe que dio muchas voces, pero también doy fe de que su ponencia fue muy buena.

Ese es uno de los efectos de usar una potencia mayor dentro de tu discurso, conseguir que la gente se movilice y esté atenta a tu discurso. También dentro de una charla de una intensidad normal cuando aumentas la intensidad consigues que los puntos donde usas ese mayor potencial sean destacados, como si los marcaras en negrita en un texto.

Al revés también funciona. Si en tu discurso vas bajando la intensidad haces que la gente vaya prestando mayor atención a tu discurso y estén más atentos a lo que estás diciendo.

Pero ojo, esto no son absolutos, no por usarlo te van a funcionar directamente. Funcionan dentro de una ponencia que hayas preparado y que ya hayas captado la atención de la gente, ya que por simplemente dar un grito en medio de tu discurso lo único que conseguirás es que te cataloguen de excéntrico, pero no que atiendan a tu mensaje.

 

Modular la entonación


Junto con la intensidad es el otro componente que más afecta. Podemos decir también que es uno de los recursos en los que más estamos de acuerdo en que hay que dominar y en el que menos gente vemos que realmente luego lo use.

Si la intensidad de la voz es la misma siempre y el tono no cambia, la charla se convierte en algo monótono, repetitivo, sin alma, sin interés ninguno en seguir escuchando. Nuestro propio cerebro desconectará sin quererlo siquiera.

Tienes que recordar que todo el mundo dispone en su mano del medio de evasión mental más grande jamás creado, hasta la fecha, el teléfono móvil. Si tu charla no capta su atención siendo interesante y variada, te van a dejar de lado mentalmente, estarán a años-luz lejos de ti.

El tono es un arma sencilla de manejar, fácil de entrenar y que causa una mejora tremenda a la hora de que la audiencia atienda a tus palabras.

Práctica ante el espejo e incluso grábate y revisa los vídeos. Trata de adecuar el tono a la historia que estás contando, al dato que estás trasladando, dotándolo de un pequeño alma.

Expresa como lo harías de forma normal, para que sea un conversación amena y fluida.

 

El silencio


Y no quería terminar sin hablar de uno de los componentes más importantes, a mi entender, que tiene una charla que capta la atención, aunque no es un componente de la voz propiamente dicho, porque es la ausencia de ella.

Un buen silencio en un momento dado hace que la atención de la audiencia se concentre. Hace que surja una tensión dramática porque los espectadores no están acostumbrados a que el ponente no hable, ¿que busca con ello? ¿cual es la solución al problema? ¿qué va a pasar?

Usa el silencio.

Es como un instrumento más.

Inclúyelo conscientemente dentro de tu discurso, pero inclúyelo con cabeza.

 

Puro teatro


Quiero que te quedes con una idea que es la que resume perfectamente todo lo que acabamos de ver.

Piensa tu charla como una breve obra de teatro donde cada parte no sólo consiste en aprenderte el guión al pié de la letra, sino en saber recitarlo de la forma adecuada y correcta para arranchar una ovación de tu público.

En el próximo artículo de esta serie veremos cómo no usar sólo palabras. No te lo pierdas.

Julián Gómez

Te Ayudo a Dirigir tus Proyectos al Éxito. Sólo puedes ir más rápido, juntos podemos ir más lejos ¿Conectamos?

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Julián Gómez

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