Dirección de Proyectos

¿Colaborar es siempre bueno? Los costes ocultos de la colaboración

La palabra Colaborar se ha convertido en un mantra, en una palabra clave, en un axioma, se da por supuesto que es bueno. Es más, quién no colabora es malo, es mezquino, es antiguo, pero… ¿colaborar es siempre bueno? La respuesta es clara y es…

No, colaborar no es siempre bueno y en este artículo pretendo mostrarte otra visión sobre la colaboración, otra perspectiva, porque como todo en la vida no hay una única forma de ver las cosas, hay varias ópticas y cuantas más tengas en cuenta mejor para tu éxito.

¡Comenzamos!

Lo primero que voy a hacer es lanzarte una pregunta y quiero que la contestes de forma sincera.

¿La colaboración tiene un precio? ¿Colaborar tiene un coste?

Quiero que le dediques un minuto a pensarlo.

Ahora responde de forma sincera. ¿Tiene alguna implicación en horas, en tiempo, en recursos, en esfuerzo, en …?

Está claro, tiene un coste.

Aunque el coste sea únicamente el de reunir a 10 personas durante 1 hora en una sala, ahí ya tenemos un coste de 10 horas. Si tenemos que reunirnos una vez al día durante una semana tenemos un conste de 50 horas. Además, habrá cruces de correos, charlas de pasillo, viajes, etc.

Luego vemos que la colaboración tiene un coste y que este coste, en función del nivel de colaboración y las circunstancias, puede llegar a ser un coste muy alto.

Entonces la pregunta ahora no sería si colaborar es bueno o no, sino ¿cuando colaborar es bueno y cuando no?

La respuesta inmediata es cuando los beneficios de la colaboración superen los costes de ésta. Para ello, a modo de ejemplo te propongo la fórmula propuesta por Morten Hansen en su libro Collaboration.

Cuando vayamos a evaluar el valor de un proyecto para nuestra organización donde nos planteemos la colaboración de varias áreas tendremos que tener en cuenta:

 

 

Donde el valor que obtenemos del proyecto de colaboración se obtiene restándole al retorno del proyecto el coste de la oportunidad y el coste de la colaboración:

  • Coste de la oportunidad. Coste de haber hecho otra cosa con los recursos destinados al proyecto
  • Coste de la colaboración. Coste de los viajes, del tiempo necesario, resolver conflictos, retrasos, etc.

Un proyecto que nos maximice este resultado, pese al coste de la colaboración, es el que nos interesa, donde la colaboración estará recomendada. Pero no hay que olvidar los costes ocultos…

 

Los costes ocultos de la colaboración


Hay costes que no podemos tener en cuenta en la fórmula anterior de forma separada. Algunos de estos costes son indirectos que repercuten en hacer crecer algunas de las partidas mencionadas anteriormente.

Estos costes dependen del cómo se comportan las personas involucradas en el proyecto de cara a la colaboración: ¿Son personas dispuestas a colaborar? ¿Ocultan información? ¿Descuidan sus tareas individuales? Todos estos aspectos repercuten en el desempeño del proyecto, en el desempeño global de la compañía y deben ser tenidos en cuenta.

Para poder verlos analicemos primero qué perfiles de personas nos podemos encontrar en nuestra compañía de cara a la colaboración con otras áreas:

  • Perfil I. La “I” es de Individualista y su representación gráfica así lo muestra, sólo se centra en lo que le atañe directamente. Son los perfiles que se preocupan sólo y exclusivamente de sus objetivos personales, les dan igual los objetivos de la compañía y del resto. Son perfiles golosos porque pueden conseguir resultados en el corto plazo, pero a largo plazo pueden ser perjudiciales para la organización que depende de la colaboración.
  • Perfil Mariposa. Son las personas que se preocupan más en ayudar a los demás, en colaborar con ellos que en cumplir sus propios objetivos. Estas ansias de ayudar les hace descuidar sus objetivos personales dentro de la empresa. Se vuelcan en darles a los otros aquello que necesitan y cuando les toca a ellos interponen una excusa, un lo siento, un “no pude porque estaba ayudando a los demás”.
  • Perfil T. Son las personas que cumplen con sus objetivos individuales (la vertical como comentábamos en el primer caso) y además ayudan al resto de compañeros de la compañía (horizontal). Colaboran y no descuidan su parte. Llevan lo mejor de los dos mundos.

Si las personas de nuestra organización son en su mayor parte individualistas se opondran a colaborar y lo harán de forma directa e indirecta. No darán a los demás información, alargaran las decisiones o las tomarán demasiado pronto sólo estarán pendientes de sus objetivos individuales, el resto les dará igual.

Los perfiles mariposa, estarán muy bien de cara a colaborar, pero su bajo desempeño será un coste oculto para la organización que podrá ver mermamos, sin saberlo, los beneficios de la colaboración.

De los tres perfiles el que menos coste tendrá para nosotros será el perfil T personas que no descuidan sus asignaciones y colaboran con la empresa.

Es el perfil ideal para colaboración.

El quid de la cuestión está en saber elegir a personas de este perfil para nuestra organización y fomentar con objetivos compartidos la colaboración entre ellos.

¿Dispuesto a pagar el precio de la Colaboración?

Julián Gómez

Te Ayudo a Dirigir tus Proyectos al Éxito. Sólo puedes ir más rápido, juntos podemos ir más lejos ¿Conectamos?

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  • Me quedo con medir el coste de la colaboración, para ver si vale la pena. Pero creo que se le puede dar una vuelta y plantearlo en grises, en vez de en blanco y negro. Es decir, en vez de "Colaborar Sí" - "Colaborar No", lo paso a "¿Qué nivel de colaboración me da el mejor ratio entre coste y beneficio?". Creo que está muy ligado a la detección de desperdicios y filosofía Lean, ¿no?

    • Ya sabes que soy de grises, pero en temas de colaboración estaríamos evaluando una colaboración concreta, un número determinado de personas. Si no resulta y estamos interesados en que participen ciertas personas, tendríamos que elegir una nueva alternativa con otra configuración y ver si sería positiva.

      Gracias por tus aportes siempre interesantes!

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Julián Gómez

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