Video del Viernes: Kintsugi, donde las cicatrices no se ocultan

Kintsugi es un arte japonés que esconde unas lecciones magistrales que no debemos olvidar nunca. La experiencia tiene un valor que se desprecia en el mundo actual, el kintsugi te enseñará ese gran valor.

Cuenta la leyenda que a finales del siglo XV cuando el shōgun Ashikaga Yoshimasa rompió en un accidente su taza favorita para el té, la envió a China para que fuera reparada.

Cuando recibió de nuevo la taza, comprobó con horror como estaba arreglada, pero las piezas estaban sujetas con unas horribles grapas de metal que afeaban la taza de una forma increíble. Molesto con la reparación, llamó a sus artesanos y les dijo que quería que repararan la taza y lo hicieran de tal forma que el resultado fuera mucho más bello que áquel que tenían delante.

La solución que encontraron los artesanos fue mezclar laca con polvo de oro y unir los bordes de las piezas rotas con esta mezcla. El resultado encantó al shōgun y, al mismo tiempo, hizo nacer al arte del kintsugi.

La belleza de una taza de té reparada por el kintsugi suele tener mucho más valor que la pieza original, no está rota, está mejorada.

La moraleja tras el kintsugi es darse cuenta de que la vida nos marca con la experiencia cada día que vivimos, pero en lugar de esconder estas marcas debemos mostrarnos orgullosos de ellas porque forman parte de la belleza de la vida, es lo que nos hace ser únicos y lo que nos da más valor.

El Kintsugi se inscribe dentro del movimiento filosófico y artístico del wabi-sabi donde se aprecian las cosas por su valor natural, por su propia naturaleza y fragilidad.

El movimiento Agile (Agilidad) en el desarrollo de software captó parte de las ideas del wabi-sabi en cuanto a la naturaleza del error en la programación.

Muestra tus marcas orgulloso y orgullosa de ellas.

Tu experiencia es ese polvo de oro que cubre las grietas.

Ahora nos hacen más bellos.

¡Feliz viernes!