Hay dos asunciones principales sobre lo que nos rodea que no se cumplen en la realidad. La primera de ellas es que las cosas no son lo que parecen y la segunda es que las cosas no son lo que queremos que sean, sino son lo que son. La frase de hoy de H. L. Mencken nos lo recuerda de una forma muy gráfica: Para cada problema complejo existe una respuesta clara, simple y …
Por mucho que queramos que las cosas sean como nos gustaría que fueran, la realidad es que las cosas son como son. Si un problema es muy complejo puede que no tenga solución, ¿para que pensar siquiera en que tenga una solución sencilla?
Las soluciones sencillas son las que nos agradan, las que se explican fácilmente y se entienden mejor, las que luego se escuchan repetir una y otra vez y ensalzan a su creador, o creadora, hasta el Olimpo de los dioses por su sabiduría al pergeñarla.
Pues no, no suele pasar así.
Muchos problemas nos muestran que la solución no es fácil, ni sencilla ni siquiera existe una solución que lo resuelva en su totalidad, sólo encontramos una especie de cuidado paliativo que atenúa la complejidad extrema, sólo tenemos una aproximación.
Cuando alguien te venga con la cuadratura del círculo desconfía de la solución, pero desconfía para asegurarte, para comprobar, para verificar, para testear que todo es correcto y nos sirve, no vaya a ser un nuevo vendedor de humo que te la esté dando con queso.
Las soluciones claras y simples existen, pero todas no están asociadas a problemas complejos.
Mind the gap!
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