PhOtOnQuAnTiQuE
En nuestra vida seguro que nos hemos encontrado con alguna situación como esta: Realizamos la planificación de un proyecto y, sin poder evitarlo, surge un elemento que nos obliga a modificar la hoja de ruta. Pero no nos podemos venir abajo, tenemos que “renacer de las cenizas”.
Este argumento queda enmarcado perfectamente en la película de 1965, “El vuelo del Fénix” – “The Flight of the Phoenix”.
Catorce hombres de distintas personalidades, diversas procedencias y profesiones, viaja en un avión, pero una tormenta de arena que no puede ser evitada, origina una avería en uno de los motores y se ven obligados a realizar un aterrizaje de emergencia en el desierto del Sáhara.
La radio no funciona, no pueden localizarlos, el calor es un enemigo muy duro, pero tienen algunas reservas de dátiles y agua, así que tienen que planificarse y renacer de las cenizas.
El fragmento de la película que presento en este vídeo del viernes, es un ejemplo de una reunión de planificación de un proyecto, que puede aplicarse a muchos casos reales de nuestra vida. La situación actual parece catastrófica, no hay salida.
¿Qué actitudes y roles encontramos?
El capitán Harris lanza su propuesta (muy optimista) y no cede en su posición ante ninguna consideración, no acepta ni las sensaciones de los compañeros de equipo, ni los indicadores y mediciones que se plantean.
Por otro lado existen dos protagonistas que presentan problemas al plan del capitán desde dos puntos de vista completamente diferentes. El discurso del señor Moran está plagado de palabras con significado negativo: malo, peor, no hay salida, pero, equivoca, nada… El señor Towns no se enfrenta directamente al plan propuesto, pone en duda el plan con datos reales (la brújula no funciona correctamente).
Pero también se identifican personajes que están callados, que aun teniendo cosas valiosas que aportar se mantienen al margen.
No voy a desvelar el final de la película, ni cuál fue la propuesta o propuestas que se llegaron a ejecutar en el proyecto, pero sí que destaco al entrenamiento y la preparación como elementos que permiten salir adelante y renacer de las cenizas.
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Una vez, entrenando a gente de un banco en gestión de proyectos, cuando hablamos de gestión de riesgos, y traíamos a la conversación ejemplos de la realidad, uno de los participantes, usualmente gestor de proyectos, me dijo: "Si yo tomo en cuenta todos los riesgos y los valorizo, el proyecto no se hace".
Y este es un pensamiento bastante habitual en la gente que trabaja en proyectos, porque pareciera que es más importante estar haciendo un proyecto, que los resultados del mismo.
Los riesgos son tan parte del proyecto como los elementos a construir en el mismo.
Si realmente los riesgos son tan elevados y van a suponer que no se alcancen los objetivos del proyecto, el éxito se conseguirá cuando se decida no desarrollar ese proyecto.
Los riesgos y cambios dentro del proyecto siempre existen, lo importante es saber gestionarlos.
Gracias Daniel por tu aportación.
Abrazos
Pablo